Familiares y afectados combaten el tabú sobre la enfermedad que afecta a 2.500 guipuzcoanos. «El desconocimiento provoca el miedo, por eso queremos informar», subrayan desde la asociación.
Dunixe Oiarbide
La mejor medicina contra el estigma que aún envuelve la epilepsia ya se ha inventado: hablar. Compartir experiencias, «salir del armario», no esconder la enfermedad, tratarla como otra dolencia crónica, eliminar prejuicios, ayuda al tratamiento de una patología que afecta a unos 2.500 guipuzcoanos. Familiares y afectados han tomado una buena dosis de ese fármaco milagroso en el octavo encuentro celebrado en Donostia, de la mano de la Asociación Guipuzcoana de Epilepsia (AGE). «Tengo epilepsia, no lo escondo, pero tampoco lo llevo colgado de un cartel», dice Dunixe Oiarbide, hernaniarra de 38 años a quien le diagnosticaron epilepsia hace siete años. No fue ninguna sorpresa para ella, bien al contrario. El enésimo médico al que recurría en ese peregrinaje de consultas que muchos pacientes sufren logró poner nombre a los mareos y síncopes que padecía con relativa frecuencia desde que era niña. «El diagnóstico me dio más seguridad, porque ahora, sabiendo lo que tengo, me atrevo a hacer más cosas sin miedo», cuenta.